top of page

Somos la alegría de Dios

Foto del escritor: Claudio Matías Barrio De LázzariClaudio Matías Barrio De Lázzari

Homilía en la Santa Misa del II domingo durante el año


Acabamos de escuchar la Palabra de Dios, de ser alimentados por el Señor con su revelación. Y ahora vamos a hacer un eco de esa Palabra proclamada, para que resuene en nuestra vida.

 

Tomemos la primera lectura, del profeta Isaías. La promesa de Dios de hacer volver al pueblo del destierro, de perdonarlo y volver a mostrarle todo su amor. Reparamos en una frase: «Como la esposa es la alegría de su esposo, así serás tú la alegría de tu Dios».

 

Hacemos eco de esto: somos la alegría de Dios. ¿Cómo te imaginás la mirada de Dios cuando te ve? Yo me lo imagino sonriendo de amor, como una mamá o un papá con su hijo. La persona humana es la alegría de Dios, soy la alegría de Dios. Aunque a veces puedan disgustarle mis obras, o pueda aborrecer mis pecados, eso no cambia su amor y su alegría por mí. Me quiere feliz.


 

A veces no vivimos para la alegría de Dios. A veces vivimos para complacer y hacer reír al mundo. En lugar de alegrar al Señor, nos convertimos en bufones del mundo, en mendigos de la aprobación de los demás, en animales del circo que buscan aplausos momentáneos. Pero nuestro corazón termina vacío.

 

¡Qué desafío! Empezar por reconocer que soy la alegría del Señor y vivir buscando su sonrisa y su “gracia” (=járis).


En el Evangelio también se nos habla de la alegría a través de la imagen del vino. Una alegría que se va acabando para la fiesta de los esposos.

 

Hacemos eco de esto. A veces la alegría en nuestra vida y en nuestras relaciones interpersonales se acaba. Porque ya no somos los mismos, porque la vida nos pesa mucho, porque la rutina nos pasa por encima.

 

O porque quizás buscamos carcajadas pasajeras, fugaces, momentáneas. Risas que generan un bienestar temporal, pero después nos dejan vacíos. Vuelvo a lo mismo: quizás se acaba la alegría porque busqué hacer reír al mundo y no la alegría de Dios.

 

Nos puede pasar a los sacerdotes, a los matrimonios, a las religiosas, a las familias. ¿Y cuál es la opción más fácil? Si esto no me hace feliz, si no me llena, me voy. Claro, no te hace feliz porque buscaste una alegría equivocada, y no la sonrisa de Dios. A veces la carcajada del mundo es tan estridente como un vino malo: te tumba enseguida. Pero la alegría del Señor es una cepa fina, que se va saboreando a lo largo del camino, y que permite expresarnos y compartir con otros lo que somos.

 

Dos preguntas:

1)     Hasta ahora: ¿buscaste la carcajada del mundo que te deja vacío o la alegría del Señor que llena tu vida?

2)     Desde ahora: ¿buscarás la carcajada del mundo que te deja vacío o la alegría del Señor que llena tu vida?

 

Me parece que con la segunda pregunta no hay mucho para pensar. Hay que poner manos a la obra. El Señor nos conceda una profunda experiencia de ser su alegría. Y que a pesar de todo lo que nos pueda pasar, no nos olvidemos de su rostro sonriente mirándonos con amor.

8 visualizaciones

Entradas recientes

Ver todo
Publicar: Blog2_Post

Formulario de suscripción

¡Gracias por tu mensaje!

©2021 por Blog de Matías. Creada con Wix.com

bottom of page