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Yo soy el Pan de Vida bajado del Cielo

Foto del escritor: Claudio Matías Barrio De LázzariClaudio Matías Barrio De Lázzari

Homilía en la Santa Misa del XIX domingo durante el año


Seguimos avanzando en la meditación del “Discurso del Pan de Vida”, este hermoso capítulo 6 de evangelio según san Juan. El domingo pasado escuchamos a Jesús que decía “Yo soy el Pan de Vida bajado del cielo”.

 

Las dudas de los que escuchan a Jesús dan origen a murmuraciones, cuchicheos, como los que le hicieron a Moisés en el desierto. Estas murmuraciones represen-tan una resistencia para dejarse conducir por Dios, y creer en Jesús. ¿Cómo puede decir que viene del cielo si conocemos a su familia? Para los judíos, Jesús es una persona como cualquier otra.

 

La atractio Patris

 

Jesús muestra entonces que para ir a él, es necesario ser atraído por el Padre. Algo te atrae para ir a Jesús. La atracción es propio de algo bueno y verdadero que se presenta a nuestro corazón. “Nadie viene a mí, si mi Padre no lo atrae”. Es la atracción del amor, la misericordia y la fidelidad de Dios.


Para reconocer que Jesús ha bajado del Cielo y que da vida al mundo es necesario creer, tener fe. Voy a decir una definición de fe, de creer, que les pido que la guarden en el corazón y la vayan pensando durante la semana. Una definición de fe que tiene dos palabras: una en infinitivo y una en gerundio. Se debe leer en capicúa (derecho y al revés).

 

Creer es: conocer amando y amar conociendo. Conozco amando cuando tengo un vínculo personal que va más allá de saber verdades o cumplir mandatos. La atracción del Padre tiene que ver con entrar en un vínculo de conocimiento y amor en la Trinidad, para tener vida en nosotros y dar vida a los otros.

 

Prenda de Vida eterna

 

Una de las expresiones que más me gusta para hablar de la Eucaristía es “prenda de Vida eterna”. El Padre nos atrae a Jesús que se ofrece como alimento de Vida eterna. La palabra “prenda” en sentido económico, es sinónimo de “anticipo”. Tener algo como prenda es tener un anticipo de algo que se nos va a dar por entero más adelante, pero que implica disfrutarlo ya desde ahora.


Jesús desciende del Cielo para darnos Vida eterna. La Misa es la frontera entre el Cielo y la tierra. Más aún, es el Cielo EN la tierra, la eternidad EN el tiempo. Jesús se hace alimento en el camino de la vida para conducirnos a la Vida (con mayús.)

 

Conclusión

 

Por eso, ¡qué importante para quienes no pueden salir de su casa por enfermedad o vejez, poder recibir la Sagrada Comunión de un ministro que los visite! Comunión que nos va transformando en Cristo, y ayudando a caminar al Cielo, a la Vida eterna. Por eso, si tenemos algún anciano o algún enfermo en el barrio que no pueda salir de casa, invitamos a su familia a pedir en la parroquia que le lleven los sacramentos.

 

En la Eucaristía tenemos un anticipo del Cielo que nos va configurando con Cristo.

Por eso, hermanos, renovemos nuestro amor por ella. Gustemos de la delicia de ser atraídos con amor por el Padre para alimentarnos cada domingo en la Mesa de los hijos y peregrinos.

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